El blog de poetarafa

Hoy que está claro que te has ido, que no volverás a esta casa, he abierto los ojos, he decidido, con mucho dolor a escribir esta carta.
Ya ha pasado más de un mes en que recibí esa triste llamada, y supe que tú partías y lloré; así supe cuanto era lo que te amaba.
Hermano mío, quisiera haberte retenido, aunque fuese por una palabra; pero igual te habría perdido, pues tu decisión ya estaba tomada.
El inmolarse, como un mártir, César, mi hermano; dolorosa decisión que tomaste esa madrugada. Mas creo que al tomar la mano de la fría muerte, llegó también tu calma.
Quisiera contarte tantas cosas, pero sé; que mora con nosotros aún tu alma, y ya lo sabes todo, pues lo ves, desde la invisibilidad de tu morada.
Así como hoy escribo estas palabras, también hay quienes recibieron de mí sencillas cartas, la mujer que tú amabas, y otros con los que seguimos tu vida, tu ejemplo.
Hermano mío, al escribirte, siento que de ti estoy cerca, como si tocar lo intangible pudiera. En mi casa aún siento tu presencia, pero se que estás junto a la madre tierra.
Quisiera dilatar este nexo, este instante, pero se acaba mi hoja y mis fuerzas. Mas nada queda, tengo claro, tu también lo sabes, te amo tanto y quisiera estar de ti mas cerca.
Me duele pensar que estamos separados, empezábamos a llevarnos mejor, sin rencores ni peleas; tantos proyectos que terminaron truncados, productos inconclusos, sin remedio, por una mano artera.
Hermano mío, no me queda más que decir, se que no puede ser un “vuelve cuando quieras”, pues no volverás y es mi sufrir, porque la muerte alejó tu vida de esta tierra.
Al fin, sin más que decirte, me despido, pero no puedo esperar tu respuesta, sé que no llegará una carta de vuelta, quisiera darte un abrazo y espero que te vaya bien, donde estés. Sé que algún día volveremos a encontrarnos, en Dios confío y tengo esa Fé.
Adiós, con todo mi corazón y mi ser,