Perro vago, fiel compañero, de las esquinas y los basureros, duermes con frío, sin un techo, amigo de los rotos chilenos. Deambulando entre oscuras calles, o entre luces de neón, entre las razas, un detalle, es que tu eres el perro mejor. Eres dueño de ningún árbol de este valle, y de las esquinas señor.
Tu cara de perro tierno y flaco, llamando a mi puerta tus ladridos, me recuerdan que hace un rato, viejo perro vago, eres mi amigo.
Tus palabras y rasquidos, son inherentes a tu presencia, así como el grueso ladrido, que protege mi vivienda.
Perro vago, por un poco de comida, te quedas frente a mi puerta, es cierto, hay más suerte en tu vida, y yo tengo más paciencia. Sigue tu camino muchacho, las calles y los árboles te esperan, vete lejos, pero despacio, que un futuro incierto está afuera.
A veces tengo pena, a veces, por todos los perros que han envenenado, no merecían tal muerte, me parece. ¿Quién es más animal, el perro o el humano? Usted que lee estas líneas conteste, mientras yo te recuerdo, amigo, tristemente... |
Una vez cuidamos a un perro, el cual mi esposa llamó "Bigotes", por su aspecto, una mañana apareció muerto.
Este poema se gestó por un perro que me hizo recordarlo.
Hasta el poema del día de la Madre.
Hasta luego.